Dirigida en 1545 por el alarife Francisco Roldán y ejecutada por Francisco Heredia, la obra de esta iglesia fue concluida en 1561 por Baltasar de la Hoya, discípulo de Diego de Siloé. Es una iglesia basilical de cruz latina, con tres naves y presbiterio, cuyo artesonado es posiblemente mudéjar. Su portada es de estilo renacentista, realizada en piedra. Sobre todo el conjunto de la iglesia sobresale el remate castellano del campanario, con forma de prisma cuadrangular, con un balcón en cada lado. Justo debajo del balcón que da a la plaza luce un gran reloj. Alberga esculturas, una casulla, una cruz de plata repujada, una custodia y otras reliquias de alto valor artístico del siglo XVIII.